Capítulo 9
X: ¿Sophie, podrías ir a abrir la puerta? – abrí mis ojos de golpe, todas las miradas estaban sobre mí. De nuevo todo había sido un estúpido sueño, ahora tocaba enfrentar la cruda verdad…
Como pude me paré de la silla, y tropezando comencé a caminar. Tenía miedo, temor, estaba increíblemente nerviosa. No sabía cómo reaccionar, pues era claro que nada sería como mis imaginaciones minutos atrás, esas simplemente eran estupideces mías.
X: Te acompaño – Volteé y me encontré con la mirada de Tom, ¿Ahora que pretendía?
Sophie: No hace falta Tom, ya vuelvo – susurré en modo que los demás presentes no oyeran, di media vuelta y comencé a caminar directo a la puerta, pero algo me lo impidió. Tom había tomado mi muñeca evitando que avanzara. Observe a todos lo que se encontraban en la mesa, mis abuelos, Georg, Lola, y por supuesto mí madre, todos hablaban animadamente y para mí suerte, nadie se había percatado de mis asuntos con Tom – Tom, por favor suéltame – traté de soltarme, pero era imposible, su agarre era fuerte y cerrado.
Tom: Sophie, ¿Porqué eres tan testaruda? – Bufé notablemente y sin importarme di vuelta fuertemente, arrastrando a Tom conmigo. Llegamos a la puerta, parecía chicle, no despegaba su mano ni un solo segundo. Esto me comenzaba a fastidiar, en verdad creía que estaba tratando con un niño de 4 años y no con un chico de su semejante edad.
Tom era pesado, y me era difícil llegar hasta la puerta. El sabía también quién estaba detrás de esa puerta y por lo mismo estaba segura que no quería que yo precisamente la abriera. No lograba avanzar, y la puerta sonó nuevamente. Oh no, mi madre me regañaría sino abría, vendría hasta aquí y vería todo el caos… Eso no era posible.
Sophie: ¡Tom! Acaso no has pensado en… ¿Ponerte a Dieta? – me vio indignado, claramente no comprendía la broma - ¿Por qué me ves así? Tú eres el que pesa como mil toneladas – Vale que estaba exagerando, pero era bastante cierto. Me vio con rabia e inmediatamente soltó mi mano, genial, había funcionado.
Rápidamente avance hacia la puerta, la abrí costosamente porqué Tom había tomado mi mano de nuevo, ese chico no se cansaba.
Sophie: ¡Tom, Suéltame! - El viento dio de lleno en mi cara, haciéndome ver que la puerta ya estaba abierta. Con la mano de Tom sujeta en mi muñeca elevé la vista encontrándome con lo que menos esperaba. Emma, mi hermana querida hablando de lo más animada con Bill… mi buen amigo.
¿Qué hacían hablando ellos dos? Ellos, no podían…. O por lo menos a mí no me gustaba verlos juntos. Tom carraspeó, aclarando su garganta. Ambos nos voltearon a ver, me puse aún más nerviosa pues la vista de Bill estaba directa en la mano de su gemelo sobre mi muñeca.
La situación era sumamente incomoda. La mirada de Bill me daba a entender que estaba molesto, pero a la vez, esa misma mirada era cálida y comprensiva. Mi mente no era capaz de procesar la información, era mucha y complicada.
Emma: Wow, con que me vengo a encontrar al mismísimo Tom Kaulitz en mi propia casa – Mi hermana sonrió coqueta y Tom la imitó, eso me ponía los nervios de punta. Se acercó a él, dejando a Bill por un lado, y tomando su brazo depósito un beso en la mejilla de Tom… esto no podía ser.
Tom la miraba embobado, me causaba nausea ó quizá solo eran… celos. Observe el suelo, me sentía totalmente fuera de lugar. No sé en qué momento Emma llevó a Tom al segundo nivel, se lo había llevado y Tom no se había negado, eso me ponía cada vez peor. Bill y yo nos habíamos quedado solos en el lobby de la casa, la situación era para nada común y para ponerlo más interesante no salía palabra alguna de parte de alguno de los dos.
El silencio era rotundo…
Bill: ¿Me prestas tú…Baño? – Lo observe detalladamente, su expresión era seria y su voz, su voz era fría. Me dolía que hablará así, pues no sabía aún la verdadera situación de lo que había pasado la noche que nos habíamos conocido. No había dado respuesta, estaba en otro mundo - ¿Sophie? – Mi nombre, mi nombre sonaba tan bien en sus labios, ¿Pero que estaba diciendo? Asentí rápidamente, y me encaminé hacía el baño.
Él me seguía en silencio, a paso lento. No sabía la razón, pero me había dirigido al despacho del abuelo, había un baño dentro pero no era el de visitas. Abrí las dos grandes puertas de pura caoba que daban paso al inmenso despacho, lleno de libros y cuadros… muy a la antigua, al estilo de mi abuelo. Nunca había entrado, por lo que no sabía dónde estaba el baño. Sabía que había uno en esta habitación, en realidad todas tenían uno.
Comencé con abrir puerta por puerta, parecía un laberinto, lleno de puertas. Una era bodega, otra más como biblioteca, un ¿Sauna?, todo menos un baño. Observe a Bill apenada y el solo rió, ¿Qué se tramaba?
Bill: ¿Cómo no puedes encontrar un baño en tú propia casa? – Su expresión era graciosa y su voz burlona. Me encogí de hombros, y abrí la última puerta sin dar respuesta. No, no era un baño… parecía serlo pero no lo era. Solté un bufido, y Bill comenzó a reír fuertemente. Lo mire enojada, no podía creer que no había un baño aquí, había quedado en total ridículo.
Tomé a Bill aún riendo por la muñeca y me encaminé hacia las gradas, cerrando las enormes puertas de caoba. Subí a paso rápido sin importarme la compañía que llevaba por la muñeca, Solo quería que dejara de reír. Cuando llegué a mi destino abrí la puerta fuertemente haciendo un gran estruendo. Bill paró de reír de golpe, ahora me miraba asombrado. Suspiré mientrás solté su muñeca y señale una puerta, era el baño…. El baño de mí habitación.
Observo la puerta, y luego camino a mí alrededor observando detalladamente mi habitación.
Bill: Lindo color… me gusta el morado – dijo de repente, me observo y una pequeña sonrisa cruzó sus labios mientras yo solo me limitaba a hacer una mueca. Se encaminó hasta quedar frente a frente, tratando que él no lo notara comencé a caminar hacia atrás con la intención de aumentar la distancia que había entre los dos, pero él no se negaba, cada paso que yo daba era seguido por uno del gemelo menor. La distancia era menor y podía hasta ver cada lunar de su rostro, mis nervios estaban a flor de piel.
De un momento a otro mi espalda topó con el ventanal, Bill elevó al vista y quedo embobado viendo el espectáculo que tenía frente a él, era imposible no darle atención a esa vista, era totalmente hermosa y por supuesto aún más en la noche. Era mi oportunidad para soltarme de su agarre, pues cada uno de sus brazos estaba al lado de mi cabeza, haciendo fuerza, como una jaula.
En el momento que me agache para salir, Bill me pego más a él. Ahora sí podía decir que miraba cada uno de sus lunares y los detalles más mínimos de su rostro, su perfecto rostro. Su vista estaba fija en la mía, más simplemente solo lo sentía ya que yo observaba para otro lado que no fuera él.
Bill: ¿Qué pasa Sophie, acaso tengo… rabia? – Su comentario me había hecho gracias, pero yo me mantenía con un semblante completamente serio. Sus cambios de actitud eran… extraños, y mi cerebro no estaba presente como para entenderlo.
Sophie: ¿No querías un baño? – Mi respuesta era más bien una pregunta, no estaba de ánimos para responder sobre mis… cambios de actitud. Lo observe rápidamente, su semblante era de sorpresa y sus ojos fuera de sus orbitas. Le pregunte de nuevo y pareció reaccionar, poco a poco separo su cuerpo del mío sin quitar esa cara de asombro y extrañeza.
Parecía abrir su boca para decir algo, pero nada salía de esta. Yo solamente lo miraba extrañada, ¿Qué tan malo había sido lo que había dicho? No lo creía tan grave, pero conociéndolo bien… para el sí lo podía ser.
De un momento para otro la puerta del baño resonó en mi oídos, el gemelo menor ya había entrado, era algo obvio. Seguido de eso la puerta de mi habitación sonó con dos golpecitos suaves, por un momento Tom vino a mi cabeza y los nervios comenzaron a aparecer, pero mis ilusiones desaparecieron cuando vi que no era Tom, era nada más que Emma.
Emma: Que bueno que te apareces – dijo fría, como cada vez que se dirigía a mí – solo… quería decirte que tus amiguitos, los gemelos, son unos grandes roba corazones y unos grandes… besadores – Al oír esas palabras quede petrificada, no podía creer capaz a Tom y Bill de besar a semejante engendro, o simplemente que fueran tan… casa novas, que jugaran conmigo. Mi única reacción fue empujar a mi hermana lo más fuerte que mi cuerpo permitía, no lo dude dos veces y cerré la puerta de un solo golpe, haciendo un estruendo tremendo.
Me trataba de calmar internamente, pero era más que imposible. Podía oír cada latido de mi corazón resonando fuertemente en mi tórax, rogando por salir desbocado de angustia y tristeza. Mi respiración era entrecortada y mi conciencia trataba de adivinar que era lo había hecho mal esta vez. Un sonido llamo mi atención, sí mal no estaba era la voz de la bruja de Emma, que se encontraba detrás de la puerta diciendo algo como “Disfruta de tú encierro”, ¿Acaso había dicho encierro? Sin esperar un segundo corrí la corta distancia entre la cama y la puerta, y al tratar de abrirla me topé con el significado de sus palabras… la puerta estaba totalmente bloqueada, sin ninguna manera de abrirse.
La desesperación me invadía de pies a cabeza, no sabía las verdaderas razones, pero sí que estaban ahí. Como una alternativa y motivo de mi inquietud y rabia comencé a pegarle a la puerta con mis dos puños, como dos rocas dando continuamente a ese pedazo de madera frente a mí. Pasaban los segundos y mi cuerpo no parecía tener intensiones de parar, yo continuaba y continuaba pegándole a esa puerta de caoba… no tenía dominio sobre mi propio cuerpo, era horrible.
Dos suaves manos tomaron mis muñecas fuertemente, parando cualquier tipo de movimiento por parte de ellas. Mi respiración era entrecortada y lo único que deseaba era llorar hasta quedarme sin lágrima alguna. Rodando sobre mi propio eje observe al gemelo que tenía frente a mí, quién tomaba mis muñecas con fuerza y me miraba con reproche. Me acerqué a él lentamente y me lance a sus brazos, deseando que mis problemas desaparecieran y que por una vez en mi vida… las cosas me salieran bien. Sus brazos me rodearon cálidamente, me sentía bien, la felicidad había vuelto con tan solo tener los brazos de Bill sobre mí… envolviéndome en esa situación que tanto me gustaba.
Pero como dicen, la felicidad dura poco… en mi mente apareció el momento que había tenido con Emma minutos atrás y todos las palabras que había dicho, aparecían una y otra vez en mi cabeza… como un disco rayado que resonaba fuertemente.
Ahora solo quedaba una cosa por hacer, creerle ó no creerle.
Continuará…
Fallen Apart Fic - MaJo
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